La Oscuridad y la luz del corazón

La Oscuridad y la Luz del Corazón

 

 

En el corazón de todas las personas habitan la luz y la oscuridad; todos tenemos la misma cantidad de luz y oscuridad en nuestros corazones, lo que hace la diferencia entre el modo de actuar de las personas es por cual mitad de su corazón se dejen guiar.

 

No existen las personas “buenas” y “malas”, ya que incluso las personas más buenas, amables y cordiales han pensado, dicho o hecho algo malo en sus vidas; y así mismo, las personas más malas, desagradables y crueles han obrado bien alguna vez en sus vidas.

 

Podría decirse que todos tenemos un “lado oscuro” y un “lado luminoso”, pero realmente esos “lados” forman la persona que somos, y AMBAS (tanto la luz como la oscuridad) son parte de nuestra personalidad.

 

Es mucho más difícil hablar con una persona sobre la luz de su corazón que sobre la oscuridad de su corazón, ya que la persona podría ofenderse y/o ponerse sensible; pero la verdad es que hay oscuridad en los corazones de todos nosotros, y eso es algo que nadie puede negar. Y precisamente como es tan difícil hablar sobre la oscuridad de nuestros corazones, debemos hablar sobre ésta, para que tengamos la oportunidad de conocerla mejor.

 

Es muy difícil expresar en palabras la esencia de la oscuridad de nuestros corazones, y eso mismo ocurre con la luz, ya que estos son conceptos más fuertes que las palabras, conceptos que somos incapaces de comprender completamente.

 

Desde pequeños (consciente o inconscientemente) nos enseñaron a temer a la oscuridad, y a pensar en ella como algo ajeno a nosotros; pero ese concepto es erróneo, ya que la oscuridad es parte de nosotros, y no debemos temerle, ya que el miedo nos lleva a la desesperación, y es esta misma desesperación la que nos hace caer en nuestra propia oscuridad. No podemos negar que hay oscuridad en nosotros, porque sólo nos estaríamos engañando a nosotros mismos.

 

 

La oscuridad no es más que una de las dos caras de una moneda (siendo la otra cara la luz); y, tal y como ocurre con todos los opuestos existentes, la luz y la oscuridad no pueden existir la una sin la otra, por eso no debemos tratar de eliminar la oscuridad de nosotros, ya que es imposible; basta con no dejarse influenciar por la oscuridad que habita en nuestros corazones.

 

La oscuridad en nuestros corazones puede manifestarse por diversos motivos, y el factor que dispara esa oscuridad puede ser algo muy pequeño y aparentemente sin importancia o algo muy grande y traumático. Casi siempre hay personas, cosas, situaciones, o lugares que desatan la oscuridad de nuestros corazones.

 

La oscuridad de nuestros corazones es toda esa amargura, rabia, odio, depresión; la oscuridad es todas esas veces en las cuales nos sentimos impotentes, todas esas veces en las cuales nos fallamos a nosotros mismos; podría decirse que la oscuridad de nuestros corazones es el veneno de nuestra alma.

 

Por el contrario, la luz de nuestros corazones es la alegría, la ilusión, la paz, el amor; la luz es lo que mantiene vivas a nuestras almas. Cada vez que actuamos basándonos en la luz de nuestros corazones sentimos una sensación de bienestar, es como si nuestra alma empezara a vibrar a otro nivel (estoy segura de que todos conocemos esa sensación).

 

La verdad es que es muy difícil decir cuando estamos actuando según lo que nos dice la oscuridad o la luz de nuestros corazones, ya que nuestra personalidad está compuesta tanto por luz como por oscuridad; y es por eso que prácticamente no podemos distinguir cuando cambiamos de un “lado” al otro “lado”.

 

Pero lo que sí podemos hacer es tratar de reconocer la “voz” de la luz de nuestros corazones, y así hacerle caso.

 

La luz y la oscuridad son opuestos naturales, pero tal y como ocurre siempre en la naturaleza, pueden llegar a estar en equilibrio; por eso nosotros también debemos encontrar ese equilibrio: el balance entre la luz y la oscuridad de nuestros corazones.

Patricia Fernández